Turismo de amor

Ahora nuestro mayor miedo en las relaciones con otras personas es que pensamos que el hecho de que nos preparen el desayuno es que ya te están pidiendo matrimonio. Y es entonces cuando te vas a las cinco de la mañana después de hacer el amor en vez de quedarte y disfrutar del momento”.
Siempre he tenido una teoría: tanto si estás soltero, como si estás en pareja, estate al 100%. No tiene sentido estar en un amanecer mirando al Oeste ni en un atardecer mirando al Este. Que donde estés, estés.
Vivimos bajo una oleada de cobardía. La mayoría de relaciones fracasa por la inoperancia de unos amantes que lejos de lanzarse con todo se rondan a medio gas. Bajo el nombre de la libertad escondemos nuestro miedo al compromiso. Siempre tenemos una excusa. Decimos “no, es que no quiero esto” o “es que prefiero aquello”, cuando en realidad lo que nos arde dentro es un “no me atrevo”.
Antes, cuando conocías a una persona que te gustaba, el miedo era a terminar, pero te arriesgabas; ahora, aunque encuentres a una persona que te encanta, el miedo es a empezar. Hemos pasado del miedo a la independencia al miedo a la dependencia, del miedo a estar solos al miedo a vivir acompañados, del miedo a morir al miedo a vivir.
Conocemos a las personas con ganas de huir. Cada persona es un mundo entero, y nosotros, en lugar de viajar por ellas, hacemos turismo. Sentimos que si nos quedamos más tiempo del que dura la reserva tenemos que mudarnos allí, y eso nos supone un peso tan grande que hacemos rápidamente las maletas.